La expresión «gente tóxica» se utiliza en términos generales para describir a personas cuya presencia o comportamiento tiende a tener un efecto negativo y perjudicial en el bienestar emocional, mental o incluso físico de quienes los rodean. Estas personas pueden manifestar una variedad de comportamientos problemáticos que pueden incluir la manipulación, el egoísmo, la crítica constante, el victimismo, la envidia o la tendencia a generar conflictos. Estos son los casos más extremos y por supuesto hay que intentar identificar este tipo de perfiles y no dejar que entren en nuestro círculo más cercano.
Pero, ¿qué ocurre cuando la toxicidad llega a nuestras vidas de mano de personas con falta de empatía? No hay maldad, ni envidia, ni son egoístas per sé.
Imagina tener un amigo que, aunque no actúa desde el egoísmo, tiende a absorber todo el espacio en las conversaciones, haciendo que giren en torno a él, sin importar cuál sea el tema originalmente planteado. Esta falta de consideración por los sentimientos y experiencias de los demás puede generar una dinámica de relación desequilibrada y agotadora.
Identificar a personas con este tipo de comportamiento tóxico puede ser complicado al principio, especialmente si tienen cualidades positivas que nos atraen. Sin embargo, con el tiempo, es posible notar patrones recurrentes que indican su falta de empatía y la tendencia a centrar todas las interacciones en torno a sus propias experiencias y necesidades.
Estar cerca de alguien así genera una serie de sentimientos desagradables y conflictivos. Por un lado, puede provocar frustración y resentimiento al sentir que tus propias experiencias y emociones son constantemente minimizadas o ignoradas en favor de las de la otra persona. También puede generar una sensación de invalidez emocional, ya que tus problemas y preocupaciones no reciben el reconocimiento y el apoyo que merecen. El sentimiento de agotamiento emocional y mental es típico después de quedar con este tipo de personas.
Estar con una persona tóxica puede generar un conflicto interno entre el deseo de mantener la relación debido a otros aspectos positivos y el reconocimiento de que la dinámica de la relación es perjudicial para tu bienestar emocional. Es importante reconocer estos sentimientos y ser honesto contigo mismo sobre cómo te afecta la presencia de esa persona en tu vida.
A veces, establecer límites claros y comunicar tus necesidades puede ayudar a mejorar la dinámica de la relación. Si se trata de una amistad de hace mucho tiempo, es posible que merezca la pena intentar comunicarte con esa persona. Como hemos comentado anteriormente, no hay maldad; es muy probable que mediante su falta de empatía estén convencidos de que te están ayudando.
Sin embargo, en otros casos, puede ser necesario alejarse completamente de esta persona para preservar tu salud emocional y mental. Recuerda que cuidarte a ti mismo es una prioridad, y no debes sentirte culpable por distanciarte de relaciones que son perjudiciales para ti.