«Mucho ánimo».
«Intenta no pensar demasiado en ello».
«Ya verás que al final todo pasa».
A lo largo de mi vida he pasado por varios malos momentos. Da igual el motivo por el que lo estuviera pasando mal, si era por una ruptura, por un despido o por la enfermedad de un familiar. La cuestión es que siempre he escuchado esas mismas frases una y otra vez. Siempre bienintencionadas, por supuesto, pero casi nunca con un efecto útil o de consuelo.
Podría escribir 4 o 5 artículos sobre cosas que no hacer o decir a alguien que se encuentra en un mal momento, pero, en lugar de eso, voy a empezar compartiendo con vosotros las actitudes que más me ayudaron a recomponerme en esos momentos, y las acciones por parte de mis amigos y familiares que más agradezco y recuerdo a día de hoy.
«Simplemente» estar
No siempre se necesitan palabras. Únicamente intenta estar ahí para esa persona, bien sea físicamente o a través de una llamada. Es posible que lo más que puedas hacer por ella es sentarte a su lado en silencio, y es algo infinitamente más grande de lo que pueda parecer.
Dejarle hablar
Permite que esa persona exprese lo que siente sin interrumpirla o tratar de «arreglar» su problema inmediatamente. Escucha activamente, muestra interés genuino y haz preguntas que le permitan explorar sus emociones y pensamientos. A menudo, el simple acto de hablar y sentirse escuchado puede ser enormemente terapéutico.
Validar sus sentimientos
Reconoce y acepta sus emociones. Evita minimizar lo que siente o decir que «no es para tanto». En lugar de eso, reconoce que sus sentimientos son válidos y comprensibles. Esto puede hacer que se sienta visto y comprendido, y ayuda a construir una conexión emocional más profunda.
Ayudarle en tareas prácticas
A veces, una mano amiga en tareas cotidianas puede ser una gran ayuda. Ofrece asistencia con las compras, la limpieza o cualquier otro quehacer que pueda aliviar su carga. Este apoyo práctico no solo alivia su estrés, sino que también muestra tu compromiso y preocupación por su bienestar.
Caminar junta a esa persona
Propón actividades como dar un paseo al aire libre. La actividad física puede mejorar el ánimo, y el entorno natural ofrece un cambio de escenario y perspectiva. Estar al aire libre y caminar juntos facilita la conversación y la conexión en un ambiente más relajado y menos presionante.
Celebrar sus pequeñas victorias
Reconoce y celebra los pequeños pasos positivos que esa persona logre. Puede ser algo tan simple como haber tenido un buen día o haber completado una tarea pendiente. Celebrar estos momentos puede ayudar a fomentar una perspectiva más positiva y a reconocer el progreso, por pequeño que sea.
En definitiva, ayudar a alguien que está pasando por un mal momento no siempre requiere grandes gestos o soluciones inmediatas, sino nuestra plena presencia, paciencia y empatía.
Esos son, probablemente, los tres mayores regalos que le podemos hacer: presencia, paciencia y empatía.
Foto de Priscilla Du Preez en Unsplash